miércoles, 23 de octubre de 2019

La Representación del Conocimiento

¿Qué forma de representación es responsable de los más significativos sentimientos humanos, de sus traumas y/o trastornos emocionales?

La psicología cognitiva utiliza el concepto de “representaciones mentales” (Colom Roberto, 1990) para referirse a los esquemas o las estructuras mentales responsables de nuestro pensamiento. Dos grandes tendencias han dominado el debate sobre el tema, la primera supone que los individuos nos representamos la realidad a través de “proposiciones” es decir, que nuestra mente, siguiendo la metáfora del ordenador, es una enorme “procesador de texto”, que nos permite representar la realidad a partir de ideas, proposiciones, que configuran una especia de “psico-textos” del entorno.

La segunda gran tendencia la forman quienes suponen que nos representamos el mundo solo a través de imágenes mentales. Existe sin embargo, una tercera orientación, que yo llamo “asociacionista”, que se decanta por una visión mixta: ni absolutamente proposicional, ni absolutamente  imágenes mentales, más bien, se “postula que hay diferencias individuales en como los sujetos se representan el conocimiento. Esto es, algunos individuos tenderán a representarse los problemas de acuerdo a una estrategia basada en imágenes, otros individuos tenderán a utilizar una estrategia representacional basada en descripciones verbales, y, por último, algunos individuos tendrán la capacidad de utilizar estrategias representacionales basadas en imágenes y en descripciones verbales, según las demandas de la tarea (i.e. punto de vista algorítmico)” (Colom Roberto, 1990).

Este debate tiene, naturalmente, enormes implicaciones en el ámbito escolar: dependiendo de la concepción que el maestro tengan sobre la forma en que los seres humanos se representan la realidad, depende la instrucción, la didáctica, las estrategias de enseñanza y aprendizaje utilizadas en el aula.

En mi opinión, la mente conjuga tanto imágenes mentales como estructuras proposicionales, en esquemas modulares, para representar la realidad. Cuando preguntamos a alguien, ¿cuál es su forma habitual de representarse la realidad? Su repuesta, a menudo será, las imágenes mentales. En efecto, en el mundo de lo concreto las imágenes mentales constituyen la forma habitual de representarnos la realidad, sin embargo, el problema es que buena parte de la realidad que nos rodea son construcciones intelectuales abstractas que no puede representarse con imágenes mentales. De allí que el desarrollo intelectual implica el transito progresivo del periodo de lo concreto (estadio de las operaciones concretas Piaget) al periodo de las abstracciones (estadio de las operaciones formales) y la enseñanza debe enfatizar esta transición a través de estrategias de enseñanza aprendizaje congruentes.

La participación mixta, en la mente de los individuos, de representaciones proposicionales e imágenes mentales, propone una nueva cuestión, ¿qué forma de representación es responsable de los más significativos sentimientos humanos, de sus traumas y/o trastornos emocionales? ¿Qué causa mucho más impacto en el hombre las ideas que forma mediante enunciados proposicionales o aquellas que se presentan en forma de imágenes vívidas?

No es fácil responder a estas cuestiones, a menudo escuchamos que “una imagen vale más que mil palabras” y ciertamente las imágenes (visuales, auditivas y táctiles (Moncada, 2019), producen un mayor impacto sobre la psiquis del individuo que el más persuasivo, lógico y racional de los  discursos. La abstracción, condición de desarrollo, es un desafió personal que no siempre los individuos están dispuestas a asumir. De hecho, la incapacidad frecuente en las personas de ir más allá de lo que aparentemente representa la imagen, constituye el origen fundamental del drama humano que la historia describe con más o menos imparcialidad, en palabras de Fromm, los hombres prefieren vivir “atados a las cadenas de la ilusión” que confrontarse con la verdad (objetiva) y conducirse en congruencia con Ella (ética).

Ahora bien, una imagen o un enunciado por sí solos, no mueven a ningún individuo a actuar, si no se inscriben, previamente, en su marco de orientación y referencia, esto es, si no son significativos para el individuo.  Esto nos lleva, en consecuencia, a la difícil tarea de rastrear la construcción intelectual de sus modelos mentales o marcos de orientación y referencia.

¿Cómo construyen las personas sus Modelos Mentales o Marcos de Orientación y Referencia?

La Trascendencia, el Arraigo, la necesidad de Relación, la necesidad de Identificación y de Orientación, son necesidades psicológicas comunes a todos los seres humanos y entre todas estas, quizás la más importante es la de orientación, es decir, la necesidad humana de explicarse el mundo, de darle un sentido y comprender el papel que desempeña en Él. Estas cuestiones nos recuerdan a las grandes preguntas que se formulan los filósofos, de hecho,  estas preguntas (llamémoslas las grandes cuestiones de la filosofía) son  preguntas vitales para el hombre, que el hombre por cierto ya no se hace:

“Nos aferramos a la creencia de que somos dichosos; enseñamos a nuestros hijos que estamos más adelantados que cualquier generación anterior, que con el tiempo todos los deseos se verán satisfechos, y no habrá nada fuera de nuestro alcance. Las apariencias apoyan esta creencia que se repite infinitamente.

¿Pero oyen nuestros hijos una voz diciéndoles dónde deben ir y para qué deben vivir? Ellos sienten —como todos los seres humanos— que la vida tiene que tener un significado, ¿pero cuál es? ¿Lo hallan en las contradicciones, conversaciones de doble sentido, y cínica resignación que encuentran a cada paso? Anhelan la dicha, la verdad, la justicia, el amor, y un objeto de devoción: ¿somos capaces de satisfacer su anhelo?

Nosotros somos tan inermes como ellos. No conocemos la respuesta, porque nos hemos olvidado  hasta de hacer la pregunta. Pretendemos que nuestra vida se basa en sólidos cimientos, e ignoramos las sombras de la inquietud, ansiedad y confusión que no nos dejan nunca” (Fromm, 1956).

De modo que un Marco de Orientación y Referencia (en términos muy generales) es un esfuerzo individual por explicarnos el mundo, el papel que desempeñamos en él y el sentido de nuestra propia vida, aunque en palabras de Fromm, hayamos olvidado estas grandes cuestiones. En términos más específicos, los modelos mentales o marcos de referencia, son simuladores cognitivos de la realidad (Moncada, 2019) Pero ¿Cómo se construyen? A través de la interacción dinámica (aprendizajes significativos sucesivos) con los contextos socio-culturales en los que se desenvuelven los individuos, es decir, la familia, primero y la sociedad después, determinan en gran parte, la forma como interpretamos, concebimos y percibimos el mundo. En términos cognitivos podemos decir, el hombre no es solamente operaciones mentales, habilidades de pensamiento, etapas de desarrollo  progresiva, también es una construcción (o desconstrucción, -en gracia de discusión-) dinámica, esto es, activa (o al menos eso esperamos)  cultural e histórica, en otras palabras, contextual de sí mismo.

En este orden de ideas, basta examinar cómo piensa la sociedad (la superestructura) para saber cómo piensa el individuo gregario, qué cosas enfatiza, si las emociones o la razón, si lo mejor del ser humano, o la consecución de cosas materiales, etc. Las ideas de la sociedad, da cuenta de las ideas particulares (de carácter ético, político, económico) de sus individuos.

Referencias

Colom Roberto, E. M. (1990). Las representaciones mentales: ¿El lenguaje del pensamiento, los lenguajes del pensamiento o los lenguajes de los pensamientos? Anuario de Psicologia, 7-21.
Fromm, E. (1956). Psicoanalisis y Religión. Buenos Aires: PSIQUE.
Moncada, R. U. (2019). Estudio sobre las representaciones (modelos mentales) que tienen los maestros en formación respecto de la cognición. Grupo de Educación Lenguaje y Cognición, 33.






















 

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